El 20 de mayo de 1991 se iniciaron las obras de construcción de la actual estación de ferrocarril de Córdoba. Entre ese momento y el 23 de mayo se descubrió y se destruyó uno de los edificios romanos más imponentes del Imperio: un complejo palatino del siglo III cuyo diseño constructivo –único en el mundo– y dimensiones –8 hectáreas– solo se pueden entender si quien lo encargó y financió fue alguien vinculado con las más altas esferas del poder imperial romano.